Uno de los principios esenciales de cohesión textual es el verbo, el cual establece un tejido de relaciones entre las diferentes partes del texto. En español el verbo es especialmente rico (hay muchos tiempos verbales y, por tanto, formas) y complejo (tanto estilísticamente como semánticamente).
El traductor es un productor de textos que sistemáticamente trabaja con dos lenguas diferentes. Esto crea una situación de contacto interlingüístico que favorece el fenómeno de interferencia (superposición de las estructuras entre las dos lenguas). Las consecuencias del contacto interlingüístico se observan especialmente en el plano lexicosemántico, pero también, aunque en menos cantidad en el plano morfosintáctico. Estas interferencias no se observan con la misma intensidad en todas las categorías gramaticales. El verbo es una de las categorías gramaticales que se ve más afectada por las interferencias.
En el verbo concurren dos circunstancias que, en opinión de Weinrich, favorecen el desarrollo de la interferencia. Estas son:
1.- FRECUENCIA DE USO: El hecho de que se trata de una categoría que cuenta con una enorme frecuencia de uso. Cuanto más frecuente es una categoría gramatical, más se expone a la interferencia.
2.- INESTABILIDAD: El hecho de que se trata de un sistema inestable. Aquellos sistemas más inestables son los más proclives a la interferencia. El sistema preposicional español es muy inestable, del mismo modo.
Los tiempos verbales, por ejemplo, no siembre se usan como dicta la gramática. A esto nos referimos cuando hablamos de inestabilidad. En la lengua familiar o espontánea a veces trasladamos los tiempos verbales. Cuando creamos un texto escrito o culto cuidamos más las estructuras y las usamos como dicta la norma.
Los cambios lingüísticos se producen, en un principio, en la lengua oral (espontaneidad). Afloran tendencias que pueden pasar posteriormente a ser cambios lingüísticos. El traductor tiene que saber diferenciar entre estructuras de lengua formal y lengua familiar.
Ej.: Si lo sé, no vengo.
Se ha desplazado el subjuntivo por indicativo; y a la vez, el pret imperf por presente, al igual que el condicional.
El dominio del subjuntivo exige mayor competencia lingüística del hablante. El indicativo conlleva estructuras más simples que el subjuntivo, esto hace que el hablante espontáneo prefiera usar el indicativo al subjuntivo. El principio de comodidad es el que rige el comportamiento de los hablantes de la lengua familiar. No se trata de economía lingüística sino de comodidad (Ej.: Tú eres tonto, tonto, tonto).
Otra tendencia de la lengua espontánea es sustituir el condicional simple por el pretérito imperfecto de indicativo.
Como ya hemos dicho, uno de los mecanismos más importantes de cohesión y coherencia es el verbo. En español tiene especial relevancia por su complejidad, ya que tiene una variedad muy extensa de tiempos. El contacto interlingüístico hace que se produzcan interferencias en el uso de las formas verbales. Por eso el traductor debe aprender cuándo se encuentra ante una interferencia para evitarla. En el verbo, el grado de interferencia es más alto porque es una categoría gramatical frecuente e inestable.
De ahí obtenemos que por un lado, tenemos tendencia a desplazar el subjuntivo por el indicativo, pues el uso de éste es más fácil; hay una fuerte oposición entre pret. perf. simple y el pret. perf. compuesto, hay una diferencia de uso según la zona geográfica; el futuro de subjuntivo, tanto compuesto como simple, está en retroceso en la lengua oral y, por consiguiente, en la lengua escrita; hay un desplazamiento del condicional por el pret. imperfecto; el pret. anterior también es desplazado en la lengua oral por algún pretérito perfecto; etc. De esto podemos deducir que hay una situación de inestabilidad (más proclive a la interferencia). La única manera de evitarlo es dominar el sistema verbal.
Hay dos maneras de llevar a cabo el análisis verbal:
descripción estructural, paradigmática, sistemática (sin contexto) .
descripción sintagmática, en contexto, funcionamiento discursivo.
DESCRIPCIÓN PARADIGMÁTICA DEL VERBO
Una forma verbal sólo tiene valor al oponerse al esto. Son relaciones temporales. Para cada situación debe haber una forma verbal.
CARACTERIZACIÓN DEL VERBO
Desde el punto de vista funcional (sintáctico) se diferencia por ser una categoría esencialmente predicativa. Esto no quiere decir que sea siempre el núcleo del predicado, pues tenemos verbos auxiliares, verbos copulativos, formas no personales, etc, que no cumplen esta función, pero sí forman parte del predicado.
El verbo o es el núcleo predicativo o forma parte del predicado. Está indisociablemente unido al predicado. Lo habitual es que sea imprescindible para la creación de texto.
Desde el punto de vista formal se define por tener morfemas de tiempo, modo, voz, persona y número. Tiene una morfología mucho más compleja que cualquier otra categoría gramatical española. Esta complejidad es la razón del mal uso de las formas verbales. Otras categorías gramaticales comparten algunos morfemas, como el de número (el sustantivo) o el de persona (pronombres). Pero el verbo tiene morfemas que le son propios. Estos son los morfemas de tiempo, de voz y de modo. El adverbio puede expresar tiempo, pero no a través de morfemas.
Desde el punto de vista semántico es conveniente partir de una definición tradicional: el verbo es aquella parte de la oración que indica estado pasión o acción.
La acción y la pasión tienen en común un elemento dinámico y, por tanto, se oponen a la noción de estado, que implica la ausencia de un elemento dinámico. La acción y la pasión son dos caras de una misma realidad: la acción implica al agente, y la pasión implica al objeto.
Otros autores prefieren usar otro término capaz de abarcar los tres anteriores. Señalan que el verbo indica proceso. Algunos prefieren utilizar el término fenómeno. De la misma manera que el sustantivo define la sustancia; el adjetivo, la cualidad; etc. el verbo define el fenómeno que experimentan los objetos o los agentes.